La aprobación de la ley 4/2023, de 28 de febrero marcó un hito en la defensa de los derechos de las personas trans, demostrando que sí es posible un avance hacia una sociedad más inclusiva. Sin embargo, el progreso nunca está exento de obstáculos, especialmente cuando debemos enfrentarnos a retóricas misóginas, tránsfobas y trasnochadas que distorsionan la realidad para justificar la agenda machista.
Las personas trans siguen enfrentándose a tasas altas de discriminación, de acoso y de violencia. En concreto, las mujeres trans se enfrentan a una interseccionalidad de opresiones que las hace vulnerables a la discriminación: la misoginia, que soportan todas las mujeres y que se muestra de forma exacerbada hacia las mujeres trans porque su identidad de género desafía las normas tradicionales de feminidad y masculinidad hegemónicas; y la negación de su identidad de género, rechazando su nombre y pronombres y dudando de su experiencia vital como mujeres.
Los hombres trans, por su parte, son invisibilizados y cuestionados bajo la vara del patriarcado, que les somete a la rigidez de los estereotipos de género tradicionales para que se ajusten a los roles y comportamientos asociados a la masculinidad hegemónica. Además, incluso son relegados a un segundo plano en el discurso machista, que ignora sus realidades como personas trans en las conversaciones, y centra su obsesión en la subordinación de todas las mujeres.
No debemos olvidar que los derechos de las personas trans son parte de la lucha feminista, que se ha mantenido incansable en la búsqueda de la igualdad. Ya las realidades trans fueron explicadas y pasaron por todos los juicios habidos y por haber. La identidad de género ni se simula ni se finge, es una parte de la experiencia humana que no puede seguir siendo cuestionada. Estigmatizar a todo un colectivo, basándose en casos aislados de malas praxis para justificar la discriminación, no muestra una fotografía de la realidad.
Las instituciones públicas deben garantizar su protección y aplicar los mecanismos existentes para la detección de los fraudes con el fin de garantizar que los avances legislativos están disponibles para las personas que los necesitan. Los medios de comunicación, como poderes fácticos, deben dejar de distorsionar la información para beneficio de contiendas políticas que dejan en segundo plano a las personas y que niegan la realidad más evidente: toda sociedad avanza y en todos los momentos culturales se experimentan cambios. En nuestra historia, hemos sorteado multitud de obstáculos para que hoy en día, ciencia, sociedad y legislación estén en consonancia en el avance hacia un escenario social inclusivo.
Es fundamental abordar cuáles son las raíces de esta nueva ola de odio hacia las personas trans. El feminismo en su conjunto debe entender que un ataque a cualquier realidad de las mujeres, sean cis o trans, es un ataque hacia todas. Debemos trabajar juntas para derribar las falsas y peligrosas narrativas cuyo fin es atentar contra nuestros derechos conquistados. Las diferencias en el feminismo son salvables porque nuestros caminos pueden abrazarse a través del diálogo. Al machismo nunca le tenderemos la mano.